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Electricidad y COVID-19: La hora de la energía limpia y las centrales digitales

  • En estos días de cuarentena el sector eléctrico abastece al Perú con energía verde, recurriendo a un mínimo de personal gracias a la automatización de sus operaciones.

Por: Manuel Saldarriaga

 

 

Nunca en años recientes el cielo de Lima lució tan celeste como en estos fatídicos días de cuarentena por motivo del COVID-19.

Ello se debe al menor empleo de combustibles fósiles (petróleo y gas) por parte de la industria y el transporte, actividades que el gobierno ha restringido para evitar la expansión de la pandemia. Y lo mismo puede decirse del uso de gas natural y diésel para generación eléctrica.

La posta de las energías renovables

De acuerdo a Macroconsult, el consumo de gas natural por parte de las centrales térmicas cayó 88% en las tres primeras semanas de abril – en relación a igual periodo del 2019 – impactado por la menor demanda de industrias, comercios y oficinas.

“Se trata de una reducción de 30% en el consumo de energía, es decir, de 2,000 megawatts que se han perdido [en relación a los 7,000 que eran demandados ante de la pandemia]”, anota Daniel Camac, deputy country manager de la empresa generadora Engie.

Esto deja la producción de electricidad casi enteramente en manos de las tecnologías limpias: hídrica, solar y eólica (el sueño de todo ambientalista).

La foto de la generación de energía, al 25 de abril, es reveladora.

Esta muestra una marcada preponderancia de los recursos renovables: 88% hídricos, 6.2% eólicos y 2.2% solares, versus 3.6% de no renovables: gas natural y diésel, conforme estadísticas del Comité de Operación Económica del Sistema Eléctrico – Coes –.

Producción de Energía

Hablamos de 4,800 megawatts de potencia instalada – aproximadamente – que no solo vienen siendo producidos de forma eco-amigable, sino que son transmitidos sin interrupciones, para hacernos más llevadera la vida en estos días de confinamiento.

Plantas automatizadas

“Hoy, los peruanos pueden ver televisión y comunicarse por Internet desde sus hogares, porque el suministro de energía eléctrica ya está previsto”, apunta Carlos Mario Caro, CEO de Isa-Rep, la empresa de transmisión eléctrica más grande del país.

Esto es posible gracias la preparación constante del sector eléctrico para responder a inevitables contingencias, como apagones, inundaciones y terremotos.

“Las empresas eléctricas nos preparamos mucho para estos momentos. Por eso, no es tan ‘asustante’ lo que está ocurriendo”, agrega Caro.

Esta preparación incluye planes de contingencia y el uso corriente de recursos tecnológicos a los que otras industrias recién están acostumbrándose, como el teletrabajo y la automatización de la producción.

“Antes de que suceda la cuarentena hemos hecho mucho teletrabajo. Y también hemos ido adecuando nuestros sistemas informáticos para poder operar a distancia tres de nuestras centrales de generación, especialmente, las que están más alejadas, como las hidroeléctricas Yuncan (Pasco) y Quitaracsa (Ancash)”, señala Camac.

Engie, por ejemplo, tiene solo el 12% de su personal en campo.

“En realidad, es más la gente que trabaja en los centros de control que en las plantas de generación, manipulando a distancia toda la gestión del sistema. Eso es algo que hemos apostado hace años para estar prevenidos ante eventos como estos”, añade Camac.

El valor de la previsión

Esta apuesta se remonta a varios años atrás.

“En Isa-REP tenemos teletrabajo desde el 2017. Y en cuanto a digitalización tenemos un plan C, que permite atender las subestaciones eléctricas desde domicilio. Hemos automatizado mucho los equipos”, apunta Carlos Mario Caro.

Álvaro Castro, gerente de línea de sistemas de control y líder digital de la empresa tecnológica ABB, coincide en señalar que el sector eléctrico es uno de los más avanzados en cuanto a automatización y digitalización se trata, una ventaja que disminuye el riesgo de contagio por COVID-19.

De hecho, esta es una de las consideraciones que motivan a Macroconsult a recomendar su reactivación en los próximos días, junto a la pesca y minería (industrias con mayor valor agregado para la economía).

La moraleja es clara: “Uno no se prepara en las emergencias, sino en los momentos de calma para que, cuando ocurra una emergencia, pueda hacer las cosas bien”, anota Carlos Mario Caro.

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